Las muletas son un buen invento, no hay duda. Si te has roto una pierna y estás convaleciente te pueden salvar de muchas situaciones y darte un respiro, aunque sea pequeño.

Ahora bien, eso si no te mueves mucho, porque si lo que quieres es echarte un paseo entonces la cosa cambia, y mucho, amigos. Si eres una persona con dificultades para caminar ya puedes usar muletas que a los cinco minutos estarás ya harto de intentar “caminar” y lo único que te apetecerá es buscar un asiento donde poder aterrizar y descansar.

Las muletas tienen una función muy concreta

Eso ocurre simplemente porque las muletas están pensadas para un uso muy concreto y para realizar trayectos muy cortos.

Los bastones funcionan mucho mejor en estos casos y son especialmente prácticas para aquellas personas mayores que ya les cuesta andar, pero aún pueden hacerlo. Sin embargo, tampoco son la solución perfecta para aquellas personas con problemas de movilidad mayores. Si te fallan las dos piernas ya no valen, y además los bastones pueden resbalar, con lo cual si te caes al suelo con “mala suerte” puede que incluso tus problemas de movilidad aumenten considerablemente gracias a ellos.

Las sillas eléctricas, la solución

Afortunadamente, el ingenio humano va evolucionando y en el ámbito de la movilidad eléctrica estamos haciendo los deberes con muy buenas notas en los últimos tiempos.

El ejemplo lo tenemos en las sillas de ruedas electricas de última generación. Cada vez más ligeras y prácticas, las sillas electricas se están convirtiendo en la gran alternativa a las muletas o bastones para mucha gente.

Y entre todas las sillas eléctricas plegables, destaca sin duda la silla de ruedas Zinger. Con sus 18kg de peso -batería incluída- es actualmente la silla de ruedas eléctrica más ligera del mundo. Si a ello le añadimos que tiene un sistema de plegado instantáneo que te permite plegarla en un segundo sin tener que desmontar ni montar nada y meterla en el maletero del coche, subirla a un ascensor o viajar con ella a cualquier lado, entonces ya lo tiene todo.

¿Por qué? Pues porque la Zinger es tan fácil como coger unas muletas. Te la llevas hasta la calle, la despliegas en un segundo y te lleva allí donde tú quieras rápida y cómodamente: podrás pasear por la calle, parar a un taxi y meterla en el maletero para que te lleve a una cita, entrar en un centro comercial o incluso cenar en un restaurante sin bajarte de ella. La silla Zinger será tu compañera inseparable que cuidará de ti y con ella volverás a “caminar”.

En definitiva, olvídate de las muletas y bastones y pásate a la silla Zinger como han hecho ya miles de personas en todo el mundo. Tu vida mejorará mucho.